Cuando quisiste por fin enterarte de todo, te acercaste a mi con furia, los ojos salidos por la rabia y me preguntaste si me había acostado con el. Te dije que si, y vos volviste a preguntarme si lo había hecho en tu cama y yo volví a decirte la verdad; y luego gritaste “cuantas veces, decime” y me insultaste, “cuantas veces”. Entonces yo no pude responderte, no porque no supiera decir “muchas”, “lo suficiente” sino porque en ese momento fue como si me fuera a otro lado y me quede pensado como podías preguntarme solo eso, que no había sido lo más grave. Y mientras tu cara esperaba un numero, un no sé qué, yo recordé su mirada el primer día que lo vi, sus ojos tentadores, las caricias en las manos, cuando aprendimos a tomar vino del mismo vaso, cuando me enseño a fumar, el día que por primera vez me hablo en otro idioma y me hizo cosquillas en la espalda. A vos voy a recordarte siempre con tu última cara de odio.




# Contigo, todo ira bien.

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